viernes, 13 de enero de 2012

Crónica del caos en la salud pública nica

Recientemente mi madre se enfermó y tuve que llevarla al hospital de emergencia. Ese jueves fatídico, la llevé al Hospital Alemán Nicaragüense. Presentaba un cuadro de vómitos y diarreas, además que estaba deshidrata por las evacuaciones que había tenido durante todo el día.
A las 11 de la noche llegamos y fuimos atendidas una hora y media después, en un lugar sucio y con mala atención desde que ingresamos.
Primero pasamos por una oficina que se llama clasificación, allí una persona, que hasta el momento ignoro si es médico o enfermero, simplemente me preguntó que tenía mi madre y sin verla me dio un papel para que fuera a recepción y realizara el ingreso oficial.
La persona en recepción me preguntó los datos generales de mi madre y me dijo que pasara a la clínica 3, allí era un caos todo. Había una doctora, amable, que atendía a tres pacientes a la vez y el médico que debía atender a mi madre estaba con dos pacientes más.
Durante la hora que esperamos donde el médico que debía atender se pasó haciendo el ingreso de otra señora, mi madre y yo tuvimos que buscar un baño en el hospital, con la mala suerte que todos estaban clausurados y los que servían, estaban sucios, aquello parecía dantesco y más por el hedor que salí de ellos. Ya en este momento me lamenté por la forma en que el pueblo cercano al hospital era atendido, aquello inspiraba indignación, vergüenza y enojo.
Al regresar con el médico quien chequeó a mi madre, señaló que el diagnóstico era gastroenteritis una (infección estomacal), sin embargo determinó que eso se confirmaría luego de realizarle unos exámenes de sangre, heces y orina a mi madre.
Seguimos con el periplo y el galeno remitió a mi mamá a observación no sin antes pasar a enfermería para que le pusieran un suero y varias medicinas para frenar las evacuaciones y el dolor en el estómago.
En ésta área una enfermera joven comenzó a preparar a mi madre, pero la persona de recepción llegó y comenzó a "practicar" con mi madre allí mismo, resultado: daño en la vena de la mano izquierda de mi mamá y al final fue la enfermera quien la terminó canalizando a como debía ser, luego de la insistencia de la propia enferma.

Ya pasada de la una de la madrugada mi madre ingresó a la sala de observación, prevista de ocho camas, pero la sorpresa fue que todas estaban ocupadas por hombres y mujeres con padecimientos diversos, así como unas 12 sillas más por más pacientes y familiares. Una enfermera estaba a cargo de todos.
A mi madre le tocó estar varias horas sentada en una silla y mientras pasaba el tiempo yo que la acompañé en esta terrible noche, me vi obligada junto a otros familiares de otros pacientes a cambiar de silla porque ingresaron como tres pacientes más y debían "priorizarlos".
En un momento llegó la jefa de enfermeras y al ver que sólo había una enfermera comenzó a atender a los pacientes, porque obviamente la otra que había estado desde horas atrás en el área no daba abasto. A la media hora llegó otra enfermera más a reforzar. Una discusión entre ellas evidenció la mala administración de personal que había esa noche.
La madruga transcurrió entre lamentos, ruido, zancudos y un frío tremendo que calaba los huesos. Al fin mi madre pudo acostarse en una cama, gracias a que un señor se levantó y optó por sentarse, seguramente cansado por estar acostado, allí unas tres horas mi madre pudo dormir hasta que a las seis de la mañana llegaron los médicos a realizar su ronda.
Uno a uno los pacientes fueron revisados, a la mayoría le dieron de alta, otros debían esperar, eso ocurrió con mi madre. Mientras tanto, llegó la jefa de enfermería que acababa de ingresar al nuevo turno. Momentos antes había habido el cambio de enfermeras, aunque he de decir que los relevos fueron dos enfermeros que comenzaron a discutir entre ellos y uno de los médicos que hacía los epicrisis de salida sobre el nuevo sindicato que debía formarse, porque no era correcto lo que hacían con el personal de meterles hasta 21 pacientes y por la falta de recursos humanos y materiales del hospital.
La jefa de enfermería les preguntó a los enfermeros si ya habían llegado los de limpieza a lo que dijeron que no, ya eran casi las nueve de la mañana. La jefa solo se lamentó diciendo que cada día iban de mal en peor en el hospital.
Ya para las 10 de la mañana por fin le dieron de alta a mi madre, con el diagnóstico confirmado y con una serie de medicamentos que debía tomar. El médico dijo que le recetaba una cantidad obligada a tomarla, pero que en farmacia del hospital a lo sumo nos darían casi la mitad de las pastillas, no qué a los pacientes les daban toda la medicina? pensé a mis adentros, recordando los eslogans del gobierno cristiano, socialista y solidario.
En efecto al salir de observación pasamos por la farmacia y sólo la mitad del medicamento le dieron a mi madre, la razón? no hay más.
Por cierto se me olvidó comentarles que en todas las áreas del hospital, las paredes están empapeladas con afiches del gobierno, todo el tiempo fuimos observados por las imágenes del presidente Daniel Ortega, la primera Dama Rosario Murillo y el cardenal Miguel Obando y Bravos con las manos alzada y una gran frase que decía: ¡Vamos por más Victorias!


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